Los mexicanos poseemos una singular atracción-morbo-temor
ante la muerte, en épocas prehispánicas, la muerte era una deidad y quien moría viajaba al Mictlán, su
viaje duraba 4 largos años, durante los cuales se enfrentaba a muchos retos
para poder descansar en paz, por ello sacrificaban un perro y de 1 a 3
adolescentes, niños o mujeres que lo acompañarían en su largo viaje, también proveían
al muerto de perlas, jade, garras de jaguar, vasijas preciosas, plumas exóticas,
alimentos finos y todo equipaje que pudiera ser necesario; dependiendo de la forma de morir se creía que existía una
metamorfosis, donde la muerte era parte de la vida.
Es hasta la conquista, donde los etnocidios sembraron el
miedo a la muerte en los antiguos mexicanos, desconocedores hasta entonces del término
infierno, pronto conocieron la imagen de
un esqueleto en diferentes posturas portando en la diestra una guadaña la cual infundía
temor y respeto.
Pero los mexicanos no solemos ser gente de miedo, a finales del siglo XIX se volvieron
populares los graciosos grabados de la
muerte y animó el culto festivo, las
famosas “calaveritas” y el rico pan de
muerto que nos permite ser “caníbales” de mentiritas.
En el México de Hoy, algunos niños aun tallan una calabaza
vieja o con una caja de zapatos con figura de cara y meten una vela en su
interior para ir a pedir su “calaverita”, otros alentados por modernos papas,
se disfrazan de brujas, diablos o vampiros para el dichoso “hawollen” , el
mexicano, no quiere morirse, tememos a la muerte, pero mientras, “no nos cargue
la flaca” pues nos reímos de ella, visto así la muerte es una parte importante de la memoria colectiva
de muestro país.
Para millones de personas Dios es el que dispone la vida y también
el momento en que debemos de morir, esta
incertidumbre del cómo y cuándo vamos a morir es la que nos hace
mantener el respeto y miedo a
lo que sea que nos pueda matar.
En nuestros días el culto a la “Santa Muerte”, (el cual
desde la edad media se asocio a lo mágico o pagano y era prohibido) es una práctica muy común entre personas que arriesgan su vida, policías
y delincuentes, sus familias y personas de
diferentes niveles sociales… todos tememos que nos chupe la bruja.
Ejecuciones, feminicidios, descuartizados, encobijados,
descabezados, etc. Etc. Firma inconfundible del crimen organizado en México,
ha adoptado la veneración de la Santísima
Muerte en todos sus negocios y su número
de seguidores han ido en aumento; patrona de los reclusos, poco a poco iguala a
la popularidad de la Virgen de Guadalupe,
patrona de México.
Durante algún tiempo criminólogos relacionaban la veneración
a la “Niña Blanca” con puro narco y delincuente, por los numerosos altares que eran observados en las casas de conocidos capos, veladoras,
ollas con sangre de pollo o algún otro animal, manzanas, numerosas
ofrendas de dinero, cigarros de
marihuana, copitas de tequila, flores,
etc era parte de algún escenario
relacionado al crimen, un sello de la
llamada “Narcocultura”, pero actualmente sabemos que la veneración a la santa
muerte, no es exclusiva de los narcos o de los delincuentes, pues su culto se ha difundido entre la población en general, siendo un
elemento que evidencia nuestros más
humildes orígenes.
Algunos dicen que la santa es noble y buena, otros que es
despiadada y terrible; unos la usan como
protección, otros como medio de intimidación para sus enemigos, la idea es tener protección y librarse de quienes quieren dañarnos, así , el
culto esotérico para evitar la muerte, también
incluye, misas negras, rituales,
veladoras, oraciones dirigidas para la protección, la brujería satanista, el vudú haitiano, la santería
cubana y ritualismo local, van hacia el mismo sentido, en estados como Veracruz, donde la santería es parte de la cultura
tradicional, miembros del Cartel del Golfo recurren a los brujos de “catemaco”
pidiendo que sus cargamentos crucen sin
problemas y lleguen a sus destinos, los sicarios han recurrido a todo con tal
de vencer a sus enemigos y por ende policías, buscan el mismo tipo de blindaje esotérico,
recurriendo a formas similares para “igualar fuerzas”.
Algunos ritos extremos incluyen sacrificios de animales pequeños y hasta de humanos,
donde el miedo de cada persona
que sea sacrificada, “protege” al destinatario de dicho ritual, mientras que
en Sonora, Mexico, adoradores de la Santa muerte confesaron haber sacrificado a
dos niños y una anciana para ofrecer su sangre a la Santa.
Los narcos mexicanos suelen mandar mensajes sangrientos a sus enemigos, ejecuciones
sadicas y mutilaciones pueden ser excelentes ofrendas, vejar el cadáver de un fuerte enemigo, puede
ser una manera de humillar a su rival, puede ser un excelente ritual y
advertencia para los demás enemigos.
Otros como los llamados Zetas, realizan rituales donde comen partes del
cuerpo humano de sus víctimas, según ellos es para reintegrar su alma….. Los
incontables cuerpos de mujeres de
Juarez, con visibles marcas de tortura asociados a rituales, en fin.
Con todo lo anterior
podemos ver como la narcoguerra ha
disparado este y otros criterios, como las transformaciones en la población general,
los narco corridos difunden la narcocultura y imágenes aterradoras son sus Narco-mensajes; poco a poco el prefijo “narco” subraya la constante batalla por las ideas de la gente, la eterna batalla
entre lo bueno y lo malo, lo legal e ilegal, los adolescentes mexicanos eligen, entre un estilo de vida cada vez mas popular, con dinero y estatus fácil, pero casi segura una muerte trágica o simplemente morir pobre y sin gloria con una vida de trabajo como burro.
Al final, el poder suele ser tentador.....